Me mamé, no aguanto más. Me voy a ir. Ya está. ¿Qué vas a hacer? ¿Tus papás? ¿La universidad? Realmente no entiendo cuál es esa necesidad de irte. Lo tienes todo. Puede que a tus ojos lo tenga todo, pero en realidad no tengo ni mierda. Desde que nací me robaron la libertad. Mi libertad. Mi vida ya estaba planeada. Ser bueno en el colegio. Aún mejor en la universidad. Trabajar. Casarme. Darles nietos. Tienes que entender que eso fue lo que les funcionó a ellos. Antes de esto, ellos no tenían nada. Tú no tendrías nada si ellos no hubieran seguido ese camino. Igual, no tengo nada. Parece que nadie me escucha. Acabo de decir que nací sin libertad. Mira cómo vives. Si, vivo bien, pero hay que ver cómo viven ellos. Yo no quiero vivir así. No les gusta nada. Todo está mal. Ya estás hablando estupideces. ¿No te has dado cuenta de cómo son contigo y con tu hermano? Eres un desagradecido. Bueno, ya. No importa. Lo que importa es que nunca han sido libres. Que yo nunca voy a ser libre. Toda una vida encasillada en el que dirán, en tener cada vez más. Yo no quiero eso. Por eso me voy. Libertad. Poder ser lo que yo quiera. Como yo quiera. Se te olvida una cosa en tu gran plan. ¿Qué? Que tú no tienes cojones. Si piensas bien, toda tu vida has actuado así. Nada te motiva. Nada te mueve. Siempre se te meten ideas estúpidas en la cabeza. Vives en un mundo de fantasía, te la pasas escapando. A veces creo que necesito comer un poco de mierda para sentirme vivo. Para salir de este letargo en el que vivo. Desapegarme de todo y salir a recorrer el mundo. Sin límites ni fronteras. Cuando hablas con esa pasión, con ese idealismo, logras contagiarme.
– Andriu, ¿qué era lo que nos querías decir?
– No quiero estudiar más ingeniería.
– Y entonces, ¿qué quieres hacer?
– Yo sería feliz vendiendo manillas en una playa.
– ¿Qué? ¿De qué estás hablando?
– Bueno esta bien. Quiero ser fotógrafo.