Recuerdo perfecto el día que lo leí por primera vez. El deseo de tener una musa que me inspirara a crear, me puso a soñar. Seguía pensando en qué quería contar. En encontrar mi voz. Me perturbaba tanto esto, que durante muchos años, fui un fotógrafo que no hacía fotos. El espíritu creador, había muerto.
Mi primera relación de pareja había sido muy tormentosa, me hizo mucho daño. Al intentar ocultarla, el daño y el dolor se comenzaron a propagar, muchas otras personas lo sufrieron por mi incapacidad de amar, de abrirme y entregarme en una relación. Hasta que llegaste tú. Sigue siendo un misterio para mi qué fue diferente, pero me permití volver a amar. Y ese amor que despertaste, poco a poco fue haciendo su trabajo. Se apoderó de mi, de mi vida.
Esta es la manera en que nuestro amor se funde, en la que somos. Espacios en los que se acortan las distancias. En los que compartimos los dos, como pareja. Una escapada de uno o dos días a un lugar diferente. Espacios que compartimos y recolectamos. Espacios en los que siempre queremos seguir habitando, porque son esos espacios, en los que tu y yo, nos conectamos. Donde nos amamos a nuestra manera.