Narrar, compartir, reconocer, sanar. Crear comunidad.

¿Quién soy? ¿Cómo dar respuesta a tan infinita pregunta? ¿Cómo describirme sin ponerme límites? ¿Cómo hacerlo sin exagerar? ¿Cómo explicar lo que fue crecer en un circulo social arribista, clasista, racista y, lo peor de todo, morrongo, siendo mitad árabe y mitad mestizo? Fácil. Yo era el negro de todos los parches.  ¿Qué palabras escoger, para describir el dolor de recordar y, que al mismo tiempo, hablen de la intensidad de amar?

Hablando de amor; Marcelo. Este tipo de amor, merece hacer el esfuerzo, para que no quede encerrado en una pregunta. El amor más puro. Sin filtros. Sin prejuicios. Volver a ser niño. Jugar, ladrar, arrastrarme, imaginar. Dejar mi cabeza volar. Cantar, bailar, reír. Despreocuparme por qué van a decir. Sentirme orgulloso de ser adulto. Sentirme orgulloso de hacerlo a mi manera.  Hacer las paces con mi adolescencia. Perdonarme el repetirme todos los días que era tímido, menos que los demás, feo, aburrido. De quererme tan poco hasta el punto de odiar mis rasgos más característicos. Nariz, árabe. Pelo, árabe. Ojos, árabes. Color, cartón meado, codo, sucio, pobre, entre muchos otros, que me fueron asignados por mis amigos. Seguro eso fue lo que me llegó, rechazar mi esencia para obtener aceptación y aprobación. ¿Vas a salir vestido así? ¿Qué van a decir?

Estaba intentando describir el amor a Marcelo. Lo que ha sido ser papá. Iba a hablar de ese amor tan grande, que alcanzó para amarme a mi mismo. Que me sacó del hueco en el que me le estaba escondiendo a la vida. Que me llenó de confianza y me hizo creer otra vez en mi. Ese amor. Ese amor con el que en mis brazos le prometí que siempre iba a tener mi mejor versión.

¿Quién soy? Una pregunta que al haber sido escrita, se ha materializado. Ahora está presente entre nosotros. Ahora está en mi, esperando ser contestada.

¿Quién soy? Una persona que quiere hacer del mundo un mejor lugar para vivir.