¿Es la música una ventana para que las vidas pasadas se manifiesten en este plano?
No hay nada como cerrar los ojos y pegarse a ese instrumento, ese que tanto sobresale. Dejarse llevar hasta el más allá́. Allá́ donde se ve el movimiento de los sonidos, donde los instrumentos se separan en coloridos grupos y por fin me encuentro. Siempre que me sienta perdido me encontraré en la música.
Este sueño surge de la iniciativa de devolverle a las personas, sobre todo a los jóvenes, un sentido de misión que les infunda una nueva alegría de vivir, a través de la fotografía.
Nada hay más difícil que ser revolucionario, pero frente a un ambiente tan degradado e inicuo como en el que vivimos en la actualidad, lo peor que podemos hacer es quedarnos pasivos y apáticos, resignados y pesimistas.
Mi lucha es desde el privilegio. Ese privilegio que me ha permitido vivir el poder del arte, entender lo importante y esencial que es para nuestras vidas y todo lo que se puede lograr a través del mismo. En mi caso, me ha ayudado en un largo proceso de perdón y reconciliación, a sanar heridas, exteriorizar y expresar cosas que no sabía como poner en palabras, y lo más importante, se ha convertido en mi forma de ayudar.
Creo que antes de seguir, debo explicarme un poco mejor. Las Grandes Alamedas, es un proyecto artístico social, con el cual quiero que niños, niñas y adolescentes en situaciones de vulnerabilidad tengan la oportunidad de experimentar la fotografía, con el fin de compartirles una nueva forma de expresarse y así́ ayudarles a contar y procesar sus historias.
¿El nombre? Un homenaje a Salvador Allende.
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
Sigamos.
El arte como terapia y salvación personal. Un catalizador de procesos mentales de otros planos. Reflexiones, conclusiones y enseñanzas. El arte como evolución, como crecimiento personal.
Mientras personas reales están por ahí matándose entre sí o matando a otras personas, el fotógrafo permanece detrás de la cámara para crear un diminuto fragmento de otro mundo, el mundo de las imágenes que procura sobrevivir a todos. Quizá con el tiempo la gente aprenda a descargar más agresiones con cámaras y menos con armas –mientras tanto, la muerte debió reírse en la oscuridad–.
La cámara es una suerte de pasaporte que aniquila las fronteras morales y las inhibiciones sociales. Transforma a cualquiera en turista de la realidad de las otras personas, y a la larga de la propia.
No hay otro camino sino apasionarse en el esfuerzo generoso de realizar grandes tareas impersonales, como auto superación de la propia condición humana, hasta hoy envilecida por la división entre privilegiados y desposeídos.
Respeto mutuo, de eso se trata. De cambiar el mundo cambiando uno mismo, todos estamos relacionados, nadie es una isla.
Es importante para mí retomar algo que dije al principio. Nada hay más difícil que ser revolucionario. Me gustaría hacer una pequeña aclaración sobre el ser revolucionario; es un concepto que no cae muy bien en estos días. Ser revolucionario es ir en contra del eje mismo de lo que se juzga absurdo y perjudicial; pero seriamente, metódicamente, cerebralmente.
Ojo a lo que viene.
Un revolucionario no es siempre un rebelde. El rebelde es una negación temperamental frente a los acontecimientos. El revolucionario es una afirmación consciente, no en frente, sino desde los acontecimientos. En otras palabras, en uno, la posición es expectante, en el otro, es actuante.
Y es que, desde nuestra posición de privilegio, es muy fácil juzgar y criticar. Esto ya no es un tema de derecha o izquierda, de este o aquel candidato, esto se convirtió en una lucha por el respeto a la vida, por la dignidad.
¿Qué nos impide cambiar? Fácil. El peso de una herencia de codicias, de miedos y de tradiciones institucionales obsoletas.
Esta es mí revolución. Una revolución desde el arte, la educación y la cultura.
Al final, sé que en estos temas pesa más la pasión que la razón, así́ que estoy seguro que cada uno entendió lo que quiso.
Para terminar, si tienen ideas, consejos, quejas o reclamos, las pueden hacer al siguiente correo (andres@aman.com.co). Todo será utilizado a favor del cambio. Un fuerte abrazo.
Nota: Este manifiesto es un collage de textos y discursos de: Jorge Eliecer Gaitán, Salvador Allende, Susan Sontag, Ken Robinson, José Eustasio Rivera, Héctor Ceballos Garibay, Italo Calvino, Javier Marzal Felici, Hermann Hesse y Andrés Caicedo y yo,