Crónica de un exilio voluntario

‹‹Para volver a nacer – cataba Gibreel Farishta mientras caía de los cielos, dando tumbos– tienes que haber muerto. ¡Ay, sí! ¡Ay, sí! Para posarte en el seno de la tierra, tienes que haber volado. ¡Ta-taa! ¡Takachum! ¿Cómo volver a sonreír si antes no lloraste? ¿Cómo conquistar el amor de la adorada, alma cándida, sin un suspiro? Baba, si quieres volver a nacer…››

Los Versos Satánicos. Salman Rushdie


La falta de trabajo, la incertidumbre, el caos, el fatalismo, el pánico colectivo, el pánico individual. Por primera vez fui consciente de la ansiedad y la depresión.  En cómo nos transforman y nos llevan a unos límites, que yo nunca antes había visto, ni oído. Llegar al punto de no sentir. No sentir nada. No querer nada. 

Me aferré a la fotografía, la música y la marihuana. Si alguna de estas tres estaba presente, lograba escapar de esa realidad. Esa que no tenía nada bueno para mi. Esa que, en la medida en que pasaba el tiempo, más pesaba. Pesó tanto, que destrozó los cimientos, afectó hasta los sentimientos. 

¿Qué tanto soy yo, en lo que veo de los demás? ¿Cuánto de eso que me molesta, repele, fastidia, motiva o enamora de los demás, es mi proyección en ellos? ¿Qué tanto de lo que vemos en los otros, es nuestro propio reflejo?

Si logramos aprender a diferenciar esto y somos capaces de reconocer en las fallas de los otros, nuestras propias fallas, se abre un camino de autoconocimiento, de aceptación y de mejoría, mientras que al mismo tiempo, logramos mejorar y sanar las relaciones con los otros. 

La música y la marihuana se convirtieron en el espacio para estar conmigo. Para conocerme. De verdad. En lo más oscuro de la profundidad. Entre más tiempo pasaba conmigo, más me desconectada de los demás. Merecía tan poco en la vida, que por poco, quedo solo. Una motivación más para pasar tiempo conmigo. Refugiarme en mi. Como siempre lo he hecho. Desde pequeño. Solo. 

Hasta ahora me estoy descubriendo. Por eso es tan difícil encontrar qué contar. Una vez termine mi proceso, la comunicación y lo que quiero contar, será y saldrá. 

¿Es la música, una ventana, para que las vidas anteriores, se manifiesten en esta nueva vida? ¿Para que a través de ella, se puedan comunicar? ¿Darnos información pertinente para cumplir con el aprendizaje y la misión que debemos aprender? ¿Para solucionar los problemas que necesitamos resolver? 

Comenzará como algo turbio. Algo desconocido y oscuro. Iré encontrando pequeños retazos de lo que fue. Pequeños recuerdos. Pequeñas sensaciones. En la medida en que pase el tiempo, iré recordando cada vez más. Volver al punto más alto, la vibración más alta. Finalmente, dar paso a la muerte.

El arte como terapia y salvación personal. El vínculo con procesos mentales de otros planos. Reflexiones, conclusiones y enseñanzas. Arte = Crecimiento personal. La razón de ser, no es proporcionarles una nueva oportunidad de vida, la razón es compartir una herramienta terapéutica, con la que puedan sacar y sanar toda la mierda que han tenido que vivir. Un canal para la paz y el perdón, para la reconciliación. Para que cada uno, tenga más medios para sanar sus heridas.

Llegué a un lugar sin salida, en donde el único camino que había, era darme por vencido. Entregarme al sistema. 

No es, sino hasta que indagamos y recorremos las pequeñas partes de cada uno, hasta que podemos entendernos como un todo. 

La fotografía, la escritura, la música, la naturaleza y la marihuana, fueron la manera para salir de ahí. Por eso, lo quiero compartir con más personas. Una lucha contra la ansiedad y la depresión desde el arte. Las Grandes Alamedas.  

salir del anonimato


Siento que ese esfuerzo por mantenerme en silencio, escondido del mundo, no era más que una respuesta a la poca confianza que tenía en mi. Eso cambió. Estoy seguro de lo que soy. Quiero salir de mi escondite. Mostrarme al mundo, compartir lo mucho que tengo para ofrecer. Quiero salir del anonimato.