Los días pasaron. Me enviaron un nuevo contacto. Lo llamé y quedamos de encontrarnos la mañana siguiente en el parqueadero. La hora de salida era mucho más tarde que con los otros conductores. Agradecí las horas de sueño extra. Agradecí salir de ese lugar.
Esta es la reina, la muñequita. Eso yo en las mañanas le pego siempre su consentida. Los carros son como los hermanos, uno los consiente, los paladea, los lleva bien. Esta es la casa de uno. Acá es donde uno vive, muchas ocasiones duerme. Tengo mis cobijitas, mis almohadas, todo.
Era muy metódico. Tenía un tiempo determinado para parar en la carretera y revisar que todo estuviera bien. Le daba vuelta al carro, revisaba que todo estuviera en su lugar, volvía a arrancar.
Acá si usted quiere ver la platica es al que más le rinda.
Ellos por trabajar para una empresa reciben un básico mas un porcentaje de los aranceles del viaje. La empresa cubre los gastos de gasolina, peajes, lavada del carro – en sitios autorizados –, los hoteles y las comidas. Completamente diferente a los transportadores independientes.
Me contó que era militar retirado. En ese momento entendí por qué lo metódico. Me contó sobre su vida como militar. Había estado en las fuerzas especiales. Me contó que hizo parte del escuadrón que estaba encargado de neutralizar a Carlos Pizarro, que eran una fuerza letal, entrar a matar. No podía quedar nadie vivo. Aunque muchas de las cosas que estaba contando no eran ninguna sorpresa – como el trabajo en conjunto entre las fuerzas militares y los paramilitares –, mi curiosidad se vio limitada por la crudeza de sus relatos. Decidí cambiar de tema.
Corre la voz y eso es pólvora. Cualquier restaurante que una mala atención o algo suceda, de una uno corre la bola y ese restaurante pierde. Ya no vuelven los conductores. En la carretera los conductores nos encargamos de sacar adelante un negocio, como de arruinarlo.
Esa noche dormimos en el camión. Quería llegar rápido a Honda, ganarse medio día y poder estar más tiempo con su novia.
Esta es una vida bien diferente a la del día a día. Muy solitaria. La gran mayoría el acompañante de uno son los pitos o el radio, el ruido del motor.
Me dejó en un hotel a las afueras de Honda, me recogería ahí al siguiente día. Lo mismo que en el otro hotel, comer y a la habitación.
Después de siete días, estaba de vuelta en mi casa. Pasaron los meses y no volví a viajar. Hasta ahí llegó la idea de hacer, de la vida de los transportadores, mi proyecto de largo alcance, de hacer un libro con sus historias.
Un día, después de estar viendo las fotos, escribí: Esta serie está inspirada en uno de esos caminos a recordar, sentir, llorar, soltar. En las muchas veces que estuve sentado en el asiento de atrás, mientras viajábamos en familia. Algunas veces feliz jugando con mi hermano, otras, encerrado entre mis dos audífonos. Unas emocionado por el viaje y otras, aferrado al recuerdo de lo que dejaba atrás. Haciéndome el dormido para no ayudar con el mercado o para que mis papás no se dieran cuenta que los estaba oyendo pelear.