Viajé a España a hacer una maestría. Por primera vez estaba solo. Libre y vulnerable. Lejos del ojo inquisidor que había regido mi vida. ¿Qué quieres contar con esas fotos? Una pregunta que lo cambió todo. Me abrió los ojos. Me permitió ver el vacío que había en mi. Lo vacío que estaba. No había nada. No tenía nada qué contar. El vacío fue desgarrador. Tanto, que no lo pude aceptar. Era más fácil culpar a los demás. Desde una libertad anárquica, la rabia alcoholizada comenzó a justificar todo mi actuar. En contra de todo lo establecido. Las religiones, los políticos, el capitalismo y el actuar de los demás.
Estando allá, pude ser sin tener. Por eso no me quería devolver. Miedo otra vez a dejar de ser. A dejar de ser visto. Tener que ocultarme en mi para sobrevivir. Llegué decidido a seguir siendo la misma persona, pero luchar contra lo establecido, fue muy jodido. Me enfoqué en tener, sin siquiera querer. Dejé de creer. Dejé de crear.